Por Abraham Ascencio
Las vías férreas llegaron a la ciudad de Tulancingo en 1878, se dice que en aquella época, los lugareños se espantaban con el fuerte ruido que producía el silbato de bronce al entrar a la ciudad.
La industria ferroviaria tuvo gran impacto en el desarrollo económico en el noreste de los estados de Hidalgo y Puebla, por ejemplo, en Santiago Tulantepec el tren recorrió ese pueblo únicamente para ingresar a la fábrica textil Santiago.
Muchas Estaciones fueron colocadas, recorriendo gran parte de la sierra que une a los estados de Puebla e Hidalgo, un ejemplo de ello es la estación de Honey, la cual lleva ese nombre en honor a Ricardo Honey, hijo de un inmígrate británico, que insistió para que el ferrocarril pasará por esa zona de Puebla.
Fue un 14 de agosto 1889, que Ricardo Honey consiguió la concesión para la construcción del ramal que iba de Apulco hasta Honey, pasando por la ciudad de Tulancingo, esto de acuerdo con la ley del 5 de junio de 1888, que concedió al señor León Baldy la construcción del ferrocarril Pachuca a Tampico pasando por el Real del Monte, San Miguel Regla, Apulco y Zacualtipán con la facultad de construir dos ramales para ligar Tulancingo y las minas de carbón de piedra de Tehuitzila. Las obligaciones y derechos de esta ley fueron traspasados al ciudadano inglés Richard Honey. El 1° de diciembre se modificó nuevamente la concesión, cediendo a los concesionarios la libertad de construir los ramales que fueran necesarios.
Lo que permitió la planeación de las líneas Tulancingo hacia la Trinidad, y la línea corta Pachuca- México.
Honey nació en Chacewáter, Cornwall en 1839 y llegó a Ixmiquilpan en 1862. Fue un hombre de negocios y adquirió la ferrería de la Trinidad cerca de Honey, en Puebla y adquirir los derechos sobre la ferrería de Apulco, de donde se transportaba caolín hacia la ciudad de México.
Además, fue de los primeros en importar caballos pura sangre y debido a la revolución se fue a la quiebra, muriendo en 1913 a la edad de 51 años.
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