De Tulancingo al cielo
Por Abraham Ascencio
Amado Paniagua Cortés, es el primer piloto caído en cumplimiento del deber; quien murió el 3 de noviembre de 1918, al desplomarse su aeroplano durante un vuelo de exhibición en el puerto de Veracruz.
Nació el 5 de agosto de 1901 en Tulancingo, Hidalgo. Al poco tiempo su familia se mudó a la Ciudad de México, como en muchos casos de los personajes ilustres de la ciudad.
En 1914 abandonó la escuela y se enfiló con los constitucionalistas que comandaba el Gral. Juan Mérigo. Debido a su valor y conducta brillante, Paniagua fue ascendido rápidamente pasando a cabo de artillería en noviembre 20 de 1914, sargento segundo en diciembre, sargento primero en marzo de 1915, subteniente en mayo, y poco después, teniente.
En noviembre de 1914 acompañó en Veracruz a Venustiano Carranza cuando éste transfirió al puerto los Poderes de la Federación. De igual forma en 1915 colaboró en la columna que combatió a Francisco Villa a los alrededores de la Ciudad de México.
Cuando fue creada la Escuela Nacional de Aviación en noviembre de 1915, ingresó para recibir mayor formación en la aviación militar, apoyado por una amplia recomendación de uno de sus jefes, además de su dedicación al estudiar y potencialidad en la aviación. Paniagua presentó su examen el 18 de mayo de 1918, obteniendo el título de Teniente Piloto Aviador. Para su examen práctico utilizó el biplano Serie A núm. 37.
El 26 de agosto de 1918, efectuó la maniobra superior “vuelta Immelmann” (movimiento acrobático), lográndose como el primer mexicano en ejecutarla.
También formó parte de la Flotilla de Exhibiciones Aéreas, la cual se conformaba por pilotos con habilidades acrobáticas y con mayor experiencia. Intervino en algunas exhibiciones en la Ciudad de México, Toluca y Puebla. Debido a su precisión acrobática, su juventud y simpatía, se ganó el cariño del público.
El 3 de noviembre de 1918 participó en un vuelo más de exhibición al norte de Veracruz. Paniagua ejecutaba nuevamente la “vuelta Immelmann”, pero esta ocasión al salir de la misma, su avión entró en una barrena y cayó a tierra muriendo instantáneamente.
En su sepelio se congregaron varios personajes de la aviación mexicana, manifestando su respeto y cariño por una joven promesa de la aeronáutica en nuestro país.
En su memoria fue escrito un verso por uno de sus compañeros, el cual fue publicado e la revista de aviación Tohtli en diciembre de 1920; y a continuación se los compartimos:
Gentil y grácil como el pilluelo,
Ojos inquietos de calambur,
Labios burlones, alma de cielo
Hecha de sueños en el azur:
Gorra tigresa, ¡todo su anhelo!,
De allende caza, tierras del sur;
Reza su “hispano” trágico vuelo
Narrado antaño por el augur…
Reyes del cielo, los gladiadores
De orlado cuello, los vencedores
De picos férreos y torva faz,
Llorar supieron sobre la arena
¡aquella tarde dulce y serena
En que miraron dormidos al as!...
Capitán Benjamín Becerril.
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