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Abraham Ascencio

El Motín de los mineros de Pachuca y Real del Monte

Cuando el Conde de Regla no asistió por su nombramiento nobiliario

Por Abraham Ascencio


El 28 de julio de 1766 estalló, en las minas de Real del Monte y Pachuca, la primera huelga en América, algunos difieren en que sea la primera del mundo y del continente, pero si es la primera documentada.

Las minas de Real del Monte eran propiedad de Pedro Romero de Terreros, Conde de Regla, quien fue uno de los hombres más ricos del mundo gracias a la explotación de la veta de plata Vizcaína

Las deplorables condiciones y esclavitud de unas 900 familias de trabajadores mineros y los “ajustes” borbónicos implicaron la reducción del jornal de 4 a 3 reales y la duplicación de la carga de trabajo, fue lo que comenzó a crear un estado de molestia en los mineros

Aunado a lo anterior, la eliminación del “partido” o el derecho del minero a disponer de una parte de los costales extraídos después del tequio, es decir, una suerte de pago adicional por tiempo extra de trabajo; fueron las causas principales del estallido de la huelga.



Los trabajadores comenzaron a organizarse, entre junio y julio de 1766; un grupo pequeño de operarios, encabezados por el minero Nicolás de Zavala, Domingo González y José Vicente Oviedo, fueron los responsables de organizar y agitar la huelga, además de encargarse de plasmar al papel las exigencias de los mineros.

Es así como el 28 de julio de 1766 un grupo de trabajadores de la veta Vizcaína se dirige a la Real Caja de Pachuca con una petición firmada por 70 trabajadores; en ella se lee:

“todo es aprovecharse el amo y perecer los operarios”.

La demanda principal era restablecer el derecho al “partido”, organizan una “comisión negociadora” con seis representantes: los hermanos José y Vicente Oviedo, Juan González, Juan Barrón, Antonio Alfaro y Juan Bacuaro.

Es así como los trabajadores de Romero de Terreros le envían una carta a la capital de la Nueva España. Al no obtener respuesta, los mineros se niegan a trabajar; entre tanto, el administrador de la mina, un tal Marcelo González, manda secuestrar como represalia a los dirigentes y los obliga a trabajar toda la noche en la mina.

En respuesta a la represión, los trabajadores se organizan masivamente y alrededor de 300 se dirigen a Pachuca y realizan un plantón para exigir que autoridades de más alto rango resuelvan sus demandas.



Unos 1,200 trabajadores de Real del Monte firman, el primero de agosto, un nuevo pliego, incluso contratan los servicios de un abogado. En esta nueva “queja” se amplían las demandas, se pide aumento del jornal, se denuncia la violencia y el uso de esquiroles para romper la huelga. El Virrey se compromete a resolver el pliego a condición de que los trabajadores regresen a las minas, pero una vez que éstos acceden no se cumplen las demandas -a excepción del pago del “partido- y se encarcelan algunos dirigentes.

Lo anterior provoca que el 15 de agosto de 1766, mientras un rayador pagaba a los trabajadores, este estaba dando como partido el metal de peor calidad, lo que genero en los mineros el enojo, y al grito de revuelta de inicio el motín

Los trabajadores dejaron de trabajar y todos se trasladan a la mina La Palma donde se encontraba Romero de Terreros; este último se negó a atenderlos. Por lo que nuevamente se organizan y se dirigen a la parroquia de la Asunción y en el atrio toman al cura José Rodríguez Díaz y bajo la amenaza:

"O compone esto o a sangre y fuego se ha de acabar hoy el Real,

¡use los sacramentos que el Real hoy se destruirá!”

Ante esto el infortunado cura se ofrece como mediador en el conflicto. En los hechos el cura fue el vocero involuntario del movimiento.

Es así como Romero de Terreros se compromete a cumplir el pliego de peticiones si los mineros regresan al trabajo, pero de nuevo incumple su palabra y sus lacayos secuestran, otra vez, a trabajadores y los obligan a trabajar en la veta.

En esta ocasión la represión provoca un motín y la muchedumbre enardecida libera a los presos en Pachuca y el paro se extiende de la Viscaína a las minas San Cayetano y La Joya.



Romero de Terreros logra escapar de un seguro linchamiento y se exilia a su hacienda de San Miguel Regla, pero el Alcalde Mayor, José Ramón Coca, no corre con tanta suerte; después de golpear a un minero, muere linchado por la multitud amotinada, el mismo destino sufre el capataz Manuel Barbosa.

El Virrey Bucareli combina la amenaza de represión con concesiones, el 13 de septiembre envía unos 300 hombres armados y en octubre de 1766 decreta una ordenanza con 19 puntos en los que resuelve las demandas de los mineros insurrectos.

Sin embargo, Romero de Terreros no aceptó la ordenanza y en la práctica incumple gran parte de su contenido por lo que el conflicto se mantiene latente, con conatos de motines, hasta 1773.

18 dirigentes del movimiento fueron condenados a 10 años de prisión en Cuba y boletinados en toda la colonia para que jamás pudieran "trabajar juntos en cualquier actividad y a ninguno en lo particular, en mina alguna de estos reinos, por considerarlos de alto peligro para la Corona".

En diciembre de 1768, el rey ennobleció a Romero de Terreros, ante el temor de venganza, Pedro Romero de Terreros no asistió a la ciudad por su titulo nobiliario, en su representación envió a Juan Antonio Montaño, un hombre de su confianza; todo lo anterior bajo la pluma del escribano Zevallos.

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